La primera edición del Foro Mundial del Comercio de la Viña y el Vino, celebrado en octubre en la ciudad de Dijon, Francia, reveló que el comercio internacional de vino y productos vitivinícolas ha crecido significativamente en las últimas dos décadas. El mercado también se ha diversificado más a medida que han cambiado los gustos de los consumidores. Si bien las economías vitivinícolas tradicionales, como Francia, Italia y España, mantienen su dominio en las exportaciones de vino, los enólogos del “nuevo mundo”, como Australia, Chile y Estados Unidos, también están logrando avances importantes. Sin embargo, la participación de China como importador ha disminuido luego de un período de crecimiento, posiblemente debido a perturbaciones globales, como la pandemia de COVID-19, destaca un informe publicado por la Organización Mundial del Comercio (OMC). Aunque los aranceles han disminuido en el comercio internacional del vino, la industria del vino está fuertemente influenciada por medidas no arancelarias, como el aumento de la actividad regulatoria y consideraciones de salud y seguridad, incluidas advertencias sanitarias sobre el consumo de vino. Al mismo tiempo, los esquemas de calidad como la protección de las indicaciones geográficas (IG) tienen un fuerte impacto positivo en los valores de las exportaciones. Estas tendencias subrayan la importancia de la OMC como foro para fomentar la cooperación internacional a fin de evitar fricciones y fragmentación comerciales. El comercio internacional de vino y productos vitivinícolas casi se ha triplicado en las últimas dos décadas. Los datos muestran un constante aumento desde 17.700 millones de dólares en 2000 a más de 50.000 millones de dólares en 2021 y 2022. El vino representó la mayor parte de este comercio (76% del total en 2022), mientras que el 24% restante consistió en juego de uva, uvas frescas y pasas. El comercio internacional se ha convertido cada vez más en un componente crucial de la industria del vino durante las últimas dos décadas. Mientras que en 2000 aproximadamente el 22% de la producción de vino se comercializaba internacionalmente, en 2022 esta proporción casi se había duplicado, hasta llegar al 42%. Esto sugiere que el foco de la industria del vino se ha desplazado cada vez más hacia los mercados internacionales. La participación del vino importado en el consumo mundial de vino aumentó del 25% al 45% durante el mismo período, lo que indica que los gustos de los consumidores se han diversificado más a nivel internacional. El “viejo mundo” sigue dominando las exportaciones de vino, con Francia, Italia y España ocupando las tres primeras posiciones tanto en valor como en volumen. Del “nuevo mundo”, Australia, Chile y Estados Unidos son los principales proveedores en términos de valor, aunque sus participaciones en el mercado internacional siguen siendo menores que las de los tres principales. Por el lado de las importaciones, los principales países importadores de vino son Alemania, el Reino Unido y los Estados Unidos. Están muy igualados en términos de volumen, pero Estados Unidos lleva una clara ventaja en valor (U$S). Un aumento en las importaciones de vino de China comenzó en 2005 y alcanzó su punto máximo en 2017, pero desde entonces se ha reducido a más de la mitad. Esta disminución puede deberse a perturbaciones de corto plazo, como la pandemia de COVID-19, así como a cambios estructurales de más largo plazo, como el aumento de la producción interna y posibles cambios en las preferencias de los consumidores. Aranceles en baja El arancel de nación más favorecida (NMF) para el vino, que para la OMC es un arancel normal no discriminatorio aplicado a las importaciones (excluye los aranceles preferenciales previstos en acuerdos de libre comercio y otros regímenes o aranceles aplicables en el marco de los contingentes), ocupa un lugar alto en las listas arancelarias de muchos países miembros. En 2000, el arancel NMF medio aplicado se situó en el 58%, descendiendo ligeramente hasta el 48% en 2022. Sin embargo, cuando se consideran las importaciones reales, el arancel promedio ponderado en función del comercio se situó en el 8,8% en 2022. Esta cifra mucho más baja indica que la mayor parte del vino es importado por economías con aranceles relativamente bajos. Teniendo en cuenta los tipos preferenciales establecidos en los acuerdos comerciales regionales (ACR) y los acuerdos comerciales preferenciales (ACP), el tipo arancelario aplicado es sustancialmente más bajo. Ponderado por el valor de las importaciones de los beneficiarios de estos tipos preferenciales, el arancel promedio se sitúa en apenas el 4% por ciento. Esta tasa más baja implica que los miembros de la OMC han negociado con éxito condiciones más favorables en sus acuerdos comerciales bilaterales y regionales. Los tipos arancelarios aplicados al vino varían ampliamente entre los miembros de la OMC. Más de la mitad de los miembros de la OMC tienen aranceles consolidados superiores al 50% y el 20% tienen aranceles superiores al 100%. Mientras tanto, menos de un tercio de los miembros imponen aranceles NMF aplicados por debajo del 15% (un umbral que a menudo se percibe como alto) y el 60% de los miembros aplican aranceles NMF que oscilan entre el 15% y el 50%. Más del 10 por ciento de los miembros mantienen aranceles NMF aplicados superiores al 50%. Barreras en juego Además de los aranceles, otras medidas comerciales también afectan al vino y a los productos vitivinícolas en el comercio internacional. Muchas de estas son medidas no arancelarias (MNA) cubiertas por el Acuerdo sobre la Aplicación de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (MSF) o el Acuerdo sobre Obstáculos Técnicos al Comercio (OTC). Según ambos acuerdos, los gobiernos pueden tomar medidas para proteger la salud y la seguridad o regular otros aspectos que afectan la calidad de los vinos (y otras bebidas alcohólicas en general). Por ejemplo, los gobiernos suelen incluir advertencias sobre la salud y el embarazo en los requisitos de etiquetado y certificación. Otros ejemplos incluyen medidas relacionadas con protocolos de inspección, métodos de prueba y muestreo de vinos, designaciones geográficas o el uso de términos tradicionales. Debido a que afectan el comercio internacional, estas medidas deben notificarse a la OMC como medio para comunicar su impacto en los exportadores, dándoles la oportunidad de comentar y revisar las medidas. Esta es una obligación fundamental de transparencia en el marco de la OMC. Las notificaciones a la OMC relacionadas con el vino han aumentado con el tiempo, lo que puede indicar una mayor actividad regulatoria en esta área. La base de datos ePing de la OMC ha registrado alrededor de 400 notificaciones de medidas OTC y 300 medidas MSF relacionadas con el vino y los productos alcohólicos desde el año 2000; al mismo tiempo, alrededor de 100 de estas medidas notificadas han sido discutidas en los comités OTC y MSF. permitiendo a los miembros de la OMC buscar aclaraciones sobre el impacto comercial de las medidas durante estas discusiones.   Más información y gráficos estadísticos aquí.