Por: Jesús Yuste. En: Revista Acenología N° 138. Septiembre 2013. La uva en sí misma encierra una enorme importancia en el proceso vitivinícola, ya que es la materia prima intrínseca del mismo. La máxima que dice que la calidad del vino radica en la calidad de la uva ha venido a ser demostrada a medida que las técnicas enológicas se han desarrollado y su avance ha permitido la apreciación de la calidad diferenciada de muchos vinos. Aunque el concepto de calidad encierra una alta carga de subjetividad, en general se puede hablar de forma abstracta de "calidad" del vino y de la uva. Este concepto de calidad de la uva incluye diversos aspectos, alguno de los cuales son más "generalizables", como el estado sanitario o el estado de madurez de la uva, mientras que otros son más peculiares, como el carácter varietal, la idoneidad para el tipo de vino a producir o las cualidades organolépticas en sentido global derivadas del medio y del cultivo del viñedo. Dado que el medio donde se desarrolla el viñedo y se produce la uva es distinto en cada situación, el objetivo para la producción de uva de alta calidad debe ser la búsqueda del equilibrio en el viñedo, puesto que "equilibrio" se traduce en "calidad", de tal forma que se debe hablar de viticultura de calidad cuando se trata de viñedo en equilibrio, equilibrado.