La fertilización nitrogenada es una de las prácticas más influyentes en el rendimiento y calidad de la uva, pero también una de las más críticas desde el punto de vista ambiental. En este contexto, el análisis de datos históricos de California, sumado a investigaciones recientes realizadas en viñedos de Mendoza, aporta claves para repensar estrategias de manejo del nitrógeno en un escenario de cambio climático y exigencias crecientes en sostenibilidad. Un análisis de 75 estudios realizados en viñedos californianos entre 1966 y 2021 muestra una marcada reducción en la cantidad de nitrógeno aplicado por tonelada de uva producida. Mientras en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial se aplicaban altas dosis, hoy se estima que 1,6 kilográmos de nitrógeno (kg de N) por tonelada es suficiente, coincidiendo con el contenido de nitrógeno del fruto. Esta mejora se asocia a:
  • El uso extendido de riego por goteo.
  • La fertirrigación fraccionada en momentos críticos.
  • La conciencia sobre los efectos de la contaminación por nitrógeno en cuerpos de agua y suelos.
La interpretación moderna es clara: para mantener rendimientos estables, se debe reponer tanto lo que se exporta en la cosecha como lo que se pierde por lixiviación o volatilización. Por su parte, un ensayo local en viñedos de Mendoza realizado en 2023 sobre uva Chenin en plena vendimia mostró que aplicaciones foliares de urea (3, 6 y 9 kg N/ha) incrementaron el nitrógeno asimilable por levaduras (YAN), parámetro clave para fermentaciones controladas y vinos de calidad. Las dosis más altas (9 kg N/ha) lograron mejoras significativas sin comprometer otros aspectos enológicos. El suelo como fuente Estudios del microbioma en suelos mendocinos revelaron la presencia de bacterias diazotróficas (como Microvirga y Beijerinckiaceae) capaces de fijar nitrógeno atmosférico. Estas comunidades, potenciadas por la no labranza y el uso racional de fertilizantes, representan una vía natural para mejorar la eficiencia de uso del nitrógeno (NUE) y reducir la dependencia externa. Este estudio presenta un meta-análisis de 374 ensayos de fertilización nitrogenada realizados en viñedos de todo el mundo, con el objetivo de identificar dosis óptimas de nitrógeno (N) que maximicen la eficiencia de uso del nitrógeno (NUE), el rendimiento y la calidad de la uva para vinificación. Hallazgos principales: Rendimiento de la vid:
  • 30 a 40 kg N/ha/año permiten alcanzar el 95 % del rendimiento máximo.
  • Esta dosis logra una NUE de 0,27 a 0,36 t de uva/kg N aplicado, superando los estándares actuales.
  • Los distintos componentes del rendimiento (peso de poda, número de racimos, peso de baya) muestran respuestas similares a la dosis de N.
Calidad enológica
  • Una dosis entre 20 y 25 kg N/ha/año maximiza la calidad de la uva sin comprometer el rendimiento significativamente.
  • En este rango se obtiene una NUE de 0,41 a 0,47 t/kg N, casi el doble que si se priorizara solo el rendimiento.
  • La concentración de antocianos y polifenoles se conserva mejor en condiciones de menor fertilización.
  • En cambio, el nitrógeno asimilable por levaduras (YAN) sí responde directamente a aumentos en la dosis de N.
Sostenibilidad y manejo
  • Aplicaciones excesivas de N promueven crecimiento vegetativo desbalanceado, mayor sombra en racimos, menor calidad y pérdidas ambientales (NO₃⁻, N₂O, NH₃).
  • La fertilización con dosis moderadas y ajustadas mejora la eficiencia, protege el ambiente y preserva la salud del suelo en el largo plazo.
  • El estudio propone usar la ley de Mitscherlich o ley del rendimiento decreciente para modelar la respuesta de la vid al N y tomar decisiones más fundamentadas.
Recomendaciones para productores de Mendoza
  1. Medir y comparar: conocer la relación entre dosis aplicadas y rendimiento real ayuda a identificar excesos o deficiencias.
  2. Evaluar el YAN en mosto: como indicador clave para ajustar la fertilización en función de la calidad deseada.
  3. Incorporar estrategias complementarias:
    • Aplicación foliar en envero.
    • Uso de cubiertas vegetales y microbioma funcional.
    • Riego eficiente para minimizar lixiviación.
  4. Establecer umbrales adaptados: tomar como referencia 20–40 kg N/ha, pero ajustar según variedad, tipo de suelo y objetivos enológicos.
Vitivinicultura regenerativa La eficiencia en el uso del nitrógeno no solo reduce costos, sino que también protege acuíferos, mejora la salud del suelo y se alinea con exigencias de certificaciones sostenibles. Mendoza, con su tradición técnica y condiciones desafiantes, tiene el potencial de liderar una transición hacia sistemas de fertilización más inteligentes, medidos y regenerativos.   Fuente https://www.researchgate.net/publication/373557323_Effects_of_the_Annual_Nitrogen_Fertilization_Rate_on_Vine_Performance_and_Grape_Quality_for_Winemaking_Insights_from_a_Meta-Analysis https://oeno-one.eu/article/view/5585 https://ives-openscience.eu/39272/ https://www.cell.com/heliyon/fulltext/S2405-8440%2823%2909816-X https://www.researchgate.net/publication/368706096_Microbiome_in_soils_of_Mendoza_microbial_resources_for_the_development_of_agroecological_management_in_viticulture https://www.researchgate.net/publication/375764802_Evaluation_of_different_nitrogen_sources_on_growth_and_fermentation_performance_for_enhancing_ethanol_production_by_wine_yeasts