- Identificación de notas florales, frutales o especiadas en vinos jóvenes, permitiendo apreciar las diferencias entre cepas y terroirs.
- Detección de compuestos ligados a la crianza, como las lactonas del roble o los compuestos fenólicos, que ayudan a evaluar el paso por barrica.
- Comparación con perfiles históricos, facilitando la trazabilidad estilística de una bodega a lo largo de diferentes cosechas.
- Monitorear la evolución aromática durante la fermentación, detectando desviaciones antes de que se manifiesten sensorialmente.
- Establecer parámetros de consistencia aromática, esenciales para marcas que buscan reproducir un perfil organoléptico año tras año.
- Asistir en la elaboración de cortes (blends), comparando digitalmente los perfiles de diferentes partidas para encontrar combinaciones ideales, complementando el saber empírico con datos objetivos.