Desde el riego de precisión hasta las certificaciones ambientales: todo lo que Mendoza necesita para liderar la sostenibilidad hídrica en la viticultura. La creciente escasez hídrica en regiones vitivinícolas como Mendoza plantea desafíos urgentes para la sostenibilidad de la industria del vino. Este artículo analiza los principales factores que inciden en el consumo de agua en bodegas y viñedos, las tecnologías emergentes disponibles para su optimización, el rol clave de la cultura organizacional; y propone una hoja de ruta concreta basada en experiencias internacionales exitosas como la del Valle de Napa en California, EEUU. La vitivinicultura enfrenta un contexto de presión creciente sobre los recursos hídricos, producto de fenómenos como el cambio climático, la sobreexplotación de acuíferos y una gestión histórica centrada en el uso extensivo más que en la eficiencia. El agua interviene en múltiples etapas del proceso: riego de viñedos, limpieza de tanques y tuberías, humidificación de barricas, producción de insumos, entre otros. Se estima que la producción de un litro de vino puede requerir entre 600 y 1.200 litros de agua, considerando tanto el uso directo como indirecto. En Mendoza, el 95% de los viñedos se riega mediante canales abiertos y sistemas gravitacionales, con altos niveles de pérdida por infiltración y evaporación. Es por ello indispensable empezar a aplicar criterios de eficiencia en el uso de este importante recurso. La adopción de tecnologías emergentes permite reducir significativamente el consumo sin afectar la calidad del vino:
  • Riego de precisión: sensores de humedad en suelo, estaciones meteorológicas y algoritmos de decisión han demostrado reducir entre un 20 y 40% el consumo de agua respecto al riego tradicional.
  • Sistemas de limpieza CIP (Clean In Place): automatizan la higienización de equipos con recirculación de agua y detergente, minimizando el uso de recursos.
  • Recuperación y tratamiento de aguas grises: permiten su reutilización en procesos no productivos como limpieza de pisos o riego perimetral.
  • Monitoreo en tiempo real con IoT: sensores conectados permiten detectar fugas, consumos anómalos y optimizar procesos.
Pero la tecnología debe estar acompañada por una transformación cultural. Estudios muestran que hasta un 30% de las mejoras en eficiencia provienen de cambios operativos simples, como la detección oportuna de fugas, programación adecuada de riego o limpieza y capacitación continua del personal. La incorporación de indicadores visibles, reportes mensuales y metas internas son herramientas clave para construir una cultura de uso responsable del agua. Huella hídrica y certificaciones La huella hídrica permite medir el volumen total de agua dulce utilizada en la cadena de valor de un producto, incluyendo el agua directa, indirecta y contaminada (ISO 14046, 2014). Certificaciones como:
  • Alliance for Water Stewardship (AWS)
  • ISO 14046
  • Napa Green
  • Sustainable Winegrowing California
Son herramientas de validación ante mercados que exigen trazabilidad y compromiso ambiental. Para avanzar hacia un modelo de eficiencia hídrica, Mendoza requiere:
  1. Legislación actualizada que obligue a medir y reportar el uso de agua en bodegas.
  2. Incentivos fiscales y líneas de financiamiento para la adopción de tecnologías.
  3. Programas de formación técnica continua, articulados con universidades y centros de I+D.
  4. Promoción de certificaciones ambientales con reconocimiento en exportación.
  5. Sistemas de información pública y benchmarking entre bodegas para compartir buenas prácticas.
Caso de referencia: Napa Valley, California El Valle de Napa enfrentó una sequía severa en la última década, lo que impulsó la creación del programa Napa Green, que incluye requisitos específicos sobre uso del agua, eficiencia energética y biodiversidad. La obligatoriedad de contar con medidores de agua, sistemas de goteo tecnificados y reportes anuales permitió a muchas bodegas reducir hasta un 40% su consumo hídrico por litro de vino producido. Este avance fue posible por la convergencia de políticas públicas, cooperación entre actores y un fuerte énfasis en el valor agregado de la sostenibilidad para mercados premium. Mendoza tiene las condiciones y capacidades para liderar la transformación hacia una vitivinicultura más eficiente en el uso del agua. La clave está en combinar tecnología, cultura operativa, políticas públicas y colaboración sectorial. El futuro del vino mendocino dependerá, en buena medida, de cómo administre su recurso más escaso: el agua.   Fuente https://www.ctv-jve-journal.org/articles/ctv/pdf/2020/01/ctv20203501p1.pdf https://www.iso.org/standard/43263.html https://napagreen.org/ https://www.awri.com.au/industry_support/viticulture/water-management/ https://openknowledge.fao.org/server/api/core/bitstreams/ecb51a59-ac4d-407a-80de-c7d6c3e15fcc/content https://www.argentina.gob.ar/noticias/gestionar-el-agua-de-riego-para-aumentar-la-eficiencia-y-la-productividad https://www.irrigacion.gov.ar/web/wp-content/uploads/2025/05/Plan-Maestro-Mendoza-Reporte-1_compressed.pdf