En la última década, Hong Kong y China han pasado a jugar un rol mucho más importante en el mercado de vino del mundo, mientras que las importaciones de vino fino del Sudeste de Asia continúan creciendo de manera constante.

Esta investigación del Wine Economics Research Centre de la Universidad de Adelaide, Australia, revisa la evolución reciente a la luz de la teoría de la ventaja comparativa y llega a la conclusión de que China va a continuar siendo, por lejos, el jugador más dominante en Asia. Además, destaca que cambiará el mercado mundial de vinos de manera espectacular, al igual que lo ha venido haciendo y lo seguirá haciendo con otros tantos productos.

El vino de arroz es común en Asia, pero el vino elaborado con uvas ha tenido un papel muy secundario tradicionalmente. Antes de este siglo el vino de uvas era consumido exclusivamente por la élite de Asia y era producido en pequeñas cantidades tan sólo en Japón y - desde finales de 1980 - en China.

Sin embargo, el crecimiento en los ingresos y un cambio positivo en las preferencias de los consumidores hacia este producto han modificado la situación drásticamente. China ha venido ampliando su superficie cultivada con viñedos de manera exponencial. Pero hasta la fecha esta expansión en la oferta no ha sido capaz de seguir el ritmo del crecimiento en la demanda, por lo que las importaciones de vino han aumentado.

Cabe destacar que esas importaciones no son solamente de vinos de baja calidad. El precio promedio del vino importado en Asia creció un 7% por año entre 2000 y 2009, mientras que en el resto del mundo fue del 5,5%.

La tecnología ha jugado un rol preponderante en la expansión de la viticultura en Asia, debido a que se trata de tecnología desarrollada en países tradicionalmente elaboradores, y que es transferible. Los dos mecanismos que han acelerado esta transferencia han sido: la aparición de enólogos y viticultores que viajan por el mundo, ya sea desde el Viejo o el Nuevo Mundo, facilitados por el reducido costo de las tarifas de avión que permiten a los profesionales jóvenes trabajar en ambos hemisferios, duplicando su experiencia y permitiéndoles extender tecnología y conocimientos rápidamente. El otro mecanismo es mediante joint ventures, que combinan el conocimiento técnico y comercial de dos empresas y permiten difundir la tecnología a nuevas regiones mucho más velozmente.

Existen suficientes razones para esperar que la producción de uvas no llegue a ser de importancia en la mayoría de los países asiáticos: no hay tradición de consumo, bajos ingresos, pocas regiones aptas (muy calurosas o muy húmedas), la religión islámica que prohíbe el consumo de alcohol, etc.

No sorprende entonces que los únicos países asiáticos con una superficie significativa de viñedos sean Japón, Corea y China. Alrededor del 1% de la superficie de Corea del Sur se ha destinado a vid en las últimas dos décadas y sólo el 0,4% de la japonesa.

En contraste, la participación de la superficie con vid en China se ha duplicado desde principios de este siglo. Aún así, la participación no llega ni siquiera al valor en Japón, lo que da a pensar que existe margen para mucho crecimiento aún. China se ha abierto a la inversión extranjera en viñedos y bodegas y ha recibido con agrado a viticultores de otras regiones como consultores. Incluso ha encontrado formas de proveer derechos de propiedad adecuados para inversores, a pesar de la legislación que prohíbe la propiedad privada de la tierra.

Otro elemento que ha jugado fuerte en la expansión del vino en China ha sido la ingente importación de vinos a granel, el cual se corta con la producción local y se envasa como "Producto de China". Legalmente, esto es posible con sólo el 10% de contenido local en la botella.

Volviendo al consumo, quedan solo 5 países asiáticos más Hong Kong y Taiwán, donde el consumo per cápita de vinos de uvas aún no ha excedido los 0,2 litros por año. En todos estos países, los niveles del 2012 superan ampliamente los del 2000, pero el aumento más dramático se ha dado en China. Durante la primera década de este siglo, el vino duplicó su participación en el consumo de alcohol, pero esto solo lo ubicó en el 3%.

El rápido proceso de envejecimiento y mayor acceso a la educación de la población en las economías emergentes en Asia también favorecen la expansión de la demanda de vinos. Por cierto, el nuevo giro hacia la austeridad impuesto por el nuevo Gobierno de China ha desalentado el consumo de vinos demasiado caros desde 2014, pero esta influencia es mucho menor en vinos de menor calidad, los cuales constituyen el gran volumen.

Con respecto a la dependencia de vinos importados, varió desde el 15% en China, al 68% en Japón, 96% en Corea, y 100% para el resto de países asiáticos.

El ingreso, población y cambios en las preferencias significan que el volumen consumido en Asia crece dramáticamente hasta el periodo 2018, excepto en Japón, donde el crecimiento se limita a vinos súper Premium. Para China el aumento es de alrededor de dos tercios en los dos primeros escenarios y un poco menos de la mitad en el tercero (de menor crecimiento), mientras que para otros países emergentes asiáticos el crecimiento solo llega a 1/7 ó 1/6.

¿Cuál es el futuro de Asia en los mercados de vino del mundo? ¿Superará la producción de vino de China su demanda nacional? ¿Quién más va a satisfacer la creciente sed de Asia? ¿Qué papel juegan los impuestos de importación y los acuerdos comerciales? ¿Cuánto afectará la política de austeridad de China, introducida en 2013, el consumo de bienes de lujo tales como los vinos caros? Estas y otras preguntas más trata de responder el estudio realizado por Kym Anderson y Glyn Wittwer, y publicado por el Wine Economics Research Centre en Abril 2015.

El informe completo está disponible en inglés.