En ocasión del presente debate en torno a la reforma tributaria que se está discutiendo por estos días en el Congreso de la Nación, en el Observatorio Vitivinícola Argentino analizamos política de impuestos internos de los principales países productores de vino del mundo. Podemos advertir que estos países promueven la industria vitivinícola a través de la diferenciación en impuestos internos por su impacto productivo y social, su capacidad de generación de valor agregado, desarrollo de marca país y el alto potencial para conquistar las góndolas del mundo con identidad marcaria propia.

Una selección de 7 países, que representan el 70% de la producción mundial de vino, muestra asimismo que la Argentina tiene las menores diferencias de tasa entre productos vínicos (vino y espumante) y las demás bebidas alcohólicas. En el caso de la comparación entre vino o espumante y la cerveza, la diferencia es de solo 8 puntos porcentuales, mientras que en el caso de las bebidas espirituosas es de 20 puntos porcentuales. En promedio, el mundo presenta guarismos sustancialmente mayores, siendo que el diferencial promedio de tasa entre vino y cerveza llega a 34 puntos porcentuales; mientras que, en el caso del espumante, asciende a 35 puntos porcentuales. Con relación a las bebidas espirituosas, el diferencial llega a 47 y 49 puntos porcentuales respectivamente.

[caption id="attachment_20185" align="alignnone" width="718"] Fuente: Universidad de Adelaida, Australia. https://www.adelaide.edu.au/wine-econ/pubs/working_papers/0214-alcohol-tax-comparison-sep2014.pdf[/caption]

Es llamativo que los tres principales países productores de vino del viejo mundo (Italia, España y Francia), que concentran el 50% de la producción mundial, no gravan con impuestos internos al vino y al espumante. Misma política que la Argentina ha mantenido desde principio de siglo. El fundamento de dichas políticas es la decisión de apoyar una agroindustria nacional, de gran impacto social y económico, generadora de alto valor agregado, con capacidad de desarrollar marca país y conquistar las góndolas del mundo con identidad marcaria propia.

Asimismo, como a nivel mundial hay una tendencia de caída en los consumos per cápita de vino en los grandes países productores, estos últimos han tenido que compensar con exportaciones la pérdida de mercado interno. La Argentina no escapa a esta tendencia. Siendo que desde 1980 a hoy el consumo de vino ha pasado de 80 a 20 litros per cápita/año (mientras que la cerveza ha pasado de 5 a 45 litros) y las exportaciones de vino han pasado de 2 a 20% de la producción total.

[caption id="attachment_20187" align="alignnone" width="747"] Fuente: Estimación propia en base a datos del INV, Observatorio Vitivinícola Argentino y Ministerio de Economía de la Nación.[/caption]

Al mismo tiempo, los hábitos de consumo de vino son muy diferentes al que presentan las demás bebidas alcohólicas, y es el consumo de estas últimas el que ha crecido sostenidamente en las últimas décadas. Justamente, es por ello que en la actualidad la cerveza -no el vino-, es la bebida que más alcohol puro aporta a la ingesta de los argentinos, información que se desprende de análisis de la Organización Mundial de la Salud.

Claramente, los gobiernos de los grandes países productores del mundo tienen como Política de Estado diferenciar positivamente al vino frente a las demás bebidas alcohólicas. Considerando que los consumos per cápita de vino decrecen continuamente tanto en Argentina como en los demás países tradicionales productores de vino, la diferenciación por vía impositiva es una herramienta útil para el sostenimiento de una actividad económica generadora de valor agregado, que tiene distribución territorial promoviendo el arraigo de las personas, y que forma parte de la cultura de los territorios que la desarrollan.

[caption id="attachment_20178" align="alignnone" width="611"] Fuente: Elaboración propia en base a datos de Global Report Alcohol and Healt - OMS[/caption]